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sábado, 28 de junio de 2008
Consejos para este verano
miércoles, 25 de junio de 2008
SIGLO XIX
miércoles, 18 de junio de 2008
EDAD COMTEMPORÁNEA
Del siglo XVII al XX, la Edad Contemporánea va gestando lo que luego será una de las mayores industrias: la moda y la belleza. Nacen los salones y la peluquería adquiere la sofisticación que hoy conocemos. París es la ciudad que se convierte en el centro de todos los gustos y estilos de belleza que se imponen en el resto del mundo. Las exigencias de los hombres y mujeres franceses son tan grandes con sus peinados que es en esta época cuando el arte de la peluquería adquiere un impulso.
Se importan las famosas pelucas blancas, que iban acompañadas de accesorios complicadísimos que incluían hasta maquetas difíciles de transportar a la hora de trasladarse de un lugar a otro. Con la mezcla de talco y almidón, estas pelucas se empolvaban para que lucieran lo más blancas posibles, y para enrularlas los peluqueros enrollaban sus mechas en cilindros que calentaban en hornos de panadería, (más de un pelo iría al pan) Así nace la permanente caliente. Este método no se podía utilizar en el cabello natural, que se quedaba oculto bajo esos postizos inseparables.
El estilo de María Antonieta representaba la moda del siglo XVIII. Esta reina francesa también fue una revolución en perfume, ya que hasta comienzos de siglo XIX el perfume se utilizaba para vencer el hedor y la pestilencia reinantes. Los nobles demostraban su delicadeza poniéndose un pañuelo perfumado bajo la nariz.
María Antonieta fue la primera en importar de Inglaterra a la corte francesa la costumbre de bañarse todos los días según el hábito inglés, escandalizando con esto, a sus damas, (por esos tiempos, las damas de alta alcurnia llevaban cosidas bajo sus vestidos, pedazos de carne cruda, para que las pulgas, chinches y piojos, acudieran allí en busca de sangre.) ¡Puagg! Y María Antonieta a remojo siempre, bañándose incluso delante de sus cortesanos. Dicen que fue la primera mujer en Francia en usar el perfume para no encubrir el mal olor, sino, por razones sensuales, para atraer y excitar. No me extraña que le cortaran la cabeza. ¡Pobre mujer! ¡Qué cosas!
Un cordial saludo.
Mari Carmen y Javi.